jueves, 29 de marzo de 2012

# LA MUERTE EXACTA #



















# LA MUERTE EXACTA #

Acaeció un dolor insonoro,
la muerte fue exacta,
pasó inadvertida
y el tiempo, cansino y encandilado,
cayó de bruces sobre el calendario.
Llegó la sorpresa asfixiante
en la niebla espesa
y la carne inerte quedó reposando,
oculta en la oscuridad, donde
sólo las moscas se regodean,
donde sólo las moscas
celebran la emboscada de lo incierto.
Cuando nadie te ve,
la existencia se aleja,
el abandono es el desencuentro con la vida
y hasta el alma queda desprevenida
sin saber a dónde huir,
sin hallar la fortaleza del descanso.
El cuerpo aterido, el pulso frío,
la palidez fantasma... Un desencanto.
Sin más ataúd que el aire tibio
y la tierra húmeda,
un cadáver sin nombre,
un rostro sin historia,
las sombras se llevararán los restos.
Todo el silencio congregado, todo,
en un lugar yermo y desolado,
nunca preguntarán el destino
de aquel peregrino que cayó solitario
en el cepo ineludible de la existencia.

La muerte fue exacta,
no dejó rastros en la memoria.

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