sábado, 10 de marzo de 2012

# CARTA A UN TORTURADOR #


















# CARTA A UN TORTURADOR #

En tanto y en cuanto se aplique el uso de violencia
para establecer la obediencia a preceptos
comandados por alguna voz imperativa
que usted oye pero no conoce
o que por medio de este maltrato se intente
extraer de mi boca verdades que le son ajenas
quiero que sepa que el día que llegue la revuelta,
el día que la pirámide se invierta
y el poder se estrelle contra el asfalto,
que el pueblo sea pueblo y no silencio
no tendrá usted final feliz alguno,
no habrá piedad para con sus huesos,
ni amnistía, ni vista gorda;
no importa que mi bota no sea
la que pisotee su uniforme,
no importa que mis manos no saboreen
el fruto de la libertad hoy anegada,
no importa que mis ojos se cierren
para siempre antes de ver de nuevo
un amanecer que no sean estos muros.
Dicho sea de paso, quiero informarle
que de esos dientes que resplandecen
en su lánguida sonrisa cuando me aplica
sin remordimiento la tortura metódica
no quedará ni uno solo sano
y que ya ni su rostro podrá reconocer
frente al espejo(si es que aun tuviera
escrúpulos para mirarse sin asco y reticencia).
Espero que esta misiva llegue a sus pares
ya que el aviso explícito es válido
para todos ellos, implacables bastardos.
Sepa disculpar si la letra no es del todo
legible, pero sabrá usted que no es fácil
escribir con prolijidad esbelta
ya que estos dedos por usted machucados
me lo impiden categoricamente,
sin más doy por finalizado el comunicado,
sin saludos sino con infiernos incordiales.

Posdata: Como sabrá, no se nos permite
ver el sol, apenas comer migajas,
apenas dirigirles la palabra, por lo tanto,
menos aun conseguir bolígrafo y papel,
por eso esta pared ha sido buena compañera
de la sangre que como siempre,
es la mejor tinta.

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