domingo, 25 de marzo de 2012

# GENTE QUE SE DESCONOCE #



















# GENTE QUE SE DESCONOCE #

A veces desarmo el mundo con la mirada
y lo inspecciono en sus rincones,
veo a su gente y leo sus rostros delatores,
afilo mis sentidos y llego más allá;
con profecías les invento futuros,
con destinos obtusos, escaleras;
descifro villanías y anhelos,
profesiones y osadías,
vislumbro los venenos de sus muertes
y hago pericia de sus andares y sus tactos.
Cada quien lleva su vida decisiva
en su semblante y también en su odio crispado,
y también en su amor avizor.
No todos pueden con su locura,
ella duerme, pero no descansa
y es que el paso de la razón es un campo minado
que explotará de desespero
en una certera esquina mal doblada
o cuando la condene el beso de Judas
o cuando le invada la fiebre amarilla.
Perecen los hombres en las hogueras
que ellos mismos construyeron,
fabrican sus almas con dilemas y pesares,
Son de carne bella y feroz,
pero marchan mansamente a la putrefacción
de la conciencia y el pensamiento,
allí es donde los escrutan y los apresan
como peces en una pecera esmerilada;
allí intentan encontrarse o perderse
siendo ególatras de sus sombras,
leyendas de sus huellas,
con soberbia o temeridad
o insmiscuidos en el pánico
o fóbicos de la sorpresa
y aunque yo califico y determino
con tinta altanera y displicente,
también entro en el juego,
también soy parte de este espejismo borroso
y aunque intente escabullirme en los resquicios
de mi sombra difusa y constreñida,
no tiene caso,
me reviso de frente al espejo
y no llego a contemplarme, no soy yo observándome,
sino que distingo a tantos otros
que me miran solemnemente
desde el cristal
como reconociéndome,
y así mismo, entre ellos, desconociéndose.

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