jueves, 14 de agosto de 2014

# CINTA MOEBIUS #



# CINTA MOEBIUS #

Las calles tiemblan como descorazonadas
y los pasos acompasados taladran
el árido asfalto. El temor
es hijo de la oscuridad
y nadie quiere asomar la cabeza
para ver el laberinto del prójimo;
padecemos lo que somos
siendo uno contra todos.
Mis días se repiten y tengo poco
que contar, poco que soñar
(si me dejan).
Ya se, pierdo contra
el tiempo colgado de la ventana
por donde observo, a lo lejos,
el invento de lo que quiero ser;
ya se, pierdo contra la máquina
cuando establece sus preceptos
y sus mandatos inalterables;
ya se, pierdo cuando me pierdo,
pensando y pensando
qué se parece más a vivir
y qué a morir;
ya se, camino cada fracaso 
como recorriendo una cinta Moebius.
Más hay un instante, una resistencia,
una brecha profunda, un hito sublime,
un respiro bajo la tempestad
en la juntura de nuestros labios
que opaca, incluso, a la negrura
del mundo que nos desangra.

Por eso cada latido
se justifica y prevalece,
por eso, en las noches de las 
sábanas y el silencio,
nos abrazamos al presente
como si el futuro y sus
designios siniestros
no fueran más que nimias pesadillas
que el alba borrará categóricamente
con un zarpazo de luz.