miércoles, 6 de junio de 2012

# FRAGILIDADES #



# FRAGILIDADES #

Las fragilidades tiemblan y se rompen,
de eso van los corazones,
fue la suerte que no tuvimos
o las precisiones que no nos abarcaron;

a las nubes no les basta sólo el sol,
por eso llaman a la lluvia,
Así de inconsolable también es nuestra piel,
tiene más querer pretendido que entendido
y espacios tendidos para nuevas heridas.
Y cuando calla la boca lo que callan las manos
cada vez se propaga más el silencio, el hondo silencio.
No vale repensar concesiones estipuladas
una vez que los sedimentos se resquebrajaron,
no hay regalo de luz que valga cuando somos
invadidos por la oscuridad de la niebla.
Vamos cayéndonos al desconcierto
porque no quedan vestigios del viejo brillo
nacido en el cruce de estrellas o miradas,
todo es un eclipse sin relojería,
un abrazo de sombra perenne,
una vela que no enciende.

Las fragilidades a veces se esconden
y de esa forma uno sobrevive,
habrá que poner el pecho bien alto
para fortalecer el cristal del que estamos hechos;

y así abocarnos al futuro abriendo bien la puerta,
vomitando el estupor que alguien nos fundió en el destino,
despojando las incertidumbres o simplemente usándolas
como libreto de nuevas esperanzas sencillas,
cuenta el azar, cuenta la sonrisa,
cuenta nuestra voz gritando, cuenta la tristeza y la alegría.
La lágrima de sangre que manchó el asfalto sirve como huella
y como mapa de los caminos que nos golpearon impíos,
el pasado seguirá allí, mirando de reojo
entre un dejavú y un recuerdo de doble filo,
la historia no tiene por qué ser siempre la misma,
la canción de la derrota puede cambiar su estribillo,
todo el dolor no cambiará de sabor ni de veneno,
pero, de tanto aplacarnos, un día extraviará la brújula
que siempre le dio tanto sentido
y se hallará perdido entre un beso que no esperaba
y unos versos que lo dieron por muerto

martes, 5 de junio de 2012

# DESDE LA NADA #



# DESDE LA NADA #

Elaboré cada certeza como si fuera
cierta y mía,
desperté de la parálisis del sueño
y quedé a salvo,
conté las esperanzas que tenía
y esperé su suerte,
junté los eslabones del deseo
e inventé mi amor.
separé la vida de las cadenas
y pinté medio futuro,
levanté mi grito contra la muerte
y no pudo taparse los oídos,
entendí que los laberintos eternos
no valen la pena,
descubrí alegrías que sonreían
desde el infierno,
presentí dolores que venían
agazapados en maquillaje,
dormí lo suficiente cuando
todos rezaban por mi insomnio,
confié sin dudar de tu alma
cuando me diste la mano,
arriesgué mi carne cobarde
por engañar a las penas,
sumé lo que tenía para dar
a la balanza de la verdad,
olvidé mi clemencia al olvido
por resucitar la memoria,
llegué tan lejos con las palabras
que jamás callé lo que dijeron,
hice y deshice mil ilusiones,
dejé mi abrazo cuidándote la espalda,
cabe mi tumba aun vivo,
sembré un corazón en el desierto,
regalé mi mundo en versos,
y sin embargo, todavía, cuando amanezco,
siento a mi lado una sombra
que no es mía y que me mira fijamente
como desafiándome desde la nada
con un susurro tenue y grave
que dice: ¿eso es todo?

sábado, 2 de junio de 2012

# DEL RUIDO BLANCO #



# DEL RUIDO BLANCO #

Ahora que las cortinas se cerraron de un soplido
y la función finalizó de forma estrepitosa
las máscaras abandonaron los rostros,
fueron a clavarse en la pared
para ser decoración o cuento en reposo,
y así olvidar la simulación y el mal destino.
Tu cara quedó limpia, concebida
con una sonrisa inaplacable,
casi como una ornamentación
brillante y duradera,
después los aplausos a tus valores
inflaron tu pecho, tu visión del mundo
y perfeccionaste tu abrazo,
tu congratulación,
tu balada de honor,
nadie con más sabiduria,
nadie tan preciso y sin dudas,
pero nadie, nadie eras ciertamente.
Un viento bastó para volar tus argumentos,
una súbita caída de telón
para que las lágrimas se vuelvan de piedra,
un eco que repita tu discurso
para que el silencio se llene de verguenza,
se descruzaron tus verdades,
mostraron su reflejo de oropel
y no hay remiendos para la mentira.
No importa quien juzgue,
a veces, el infierno es absoluto.
Saborearás el dolor de tanto esparcirlo,
llegará la conciencia a zumbarte
con el aleteo de mil moscas,
caerán los muros del reino
donde aprisionaste al corazón de tu amor
y de ahora en más ya nunca
podrás abrir de nuevo la boca
sin que alguien oiga con desdén
tu voz trivial y escuálida
que ya apenas se distingue
del ruido blanco.