sábado, 2 de junio de 2012

# DEL RUIDO BLANCO #



# DEL RUIDO BLANCO #

Ahora que las cortinas se cerraron de un soplido
y la función finalizó de forma estrepitosa
las máscaras abandonaron los rostros,
fueron a clavarse en la pared
para ser decoración o cuento en reposo,
y así olvidar la simulación y el mal destino.
Tu cara quedó limpia, concebida
con una sonrisa inaplacable,
casi como una ornamentación
brillante y duradera,
después los aplausos a tus valores
inflaron tu pecho, tu visión del mundo
y perfeccionaste tu abrazo,
tu congratulación,
tu balada de honor,
nadie con más sabiduria,
nadie tan preciso y sin dudas,
pero nadie, nadie eras ciertamente.
Un viento bastó para volar tus argumentos,
una súbita caída de telón
para que las lágrimas se vuelvan de piedra,
un eco que repita tu discurso
para que el silencio se llene de verguenza,
se descruzaron tus verdades,
mostraron su reflejo de oropel
y no hay remiendos para la mentira.
No importa quien juzgue,
a veces, el infierno es absoluto.
Saborearás el dolor de tanto esparcirlo,
llegará la conciencia a zumbarte
con el aleteo de mil moscas,
caerán los muros del reino
donde aprisionaste al corazón de tu amor
y de ahora en más ya nunca
podrás abrir de nuevo la boca
sin que alguien oiga con desdén
tu voz trivial y escuálida
que ya apenas se distingue
del ruido blanco.

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