miércoles, 7 de marzo de 2012

# GENTE QUE ENVEJECE IV #



















# GENTE QUE ENVEJECE IV #

Podríamos envejecer en un segundo
si decimos que se hizo tarde para hilvanar
los lazos de un destino que anhelamos,
si decimos que el cuerpo es el reloj
verdadero de la juventud del alma,
si nos quedamos perplejos abrazando
las cadenas por miedo a que se quiebren.
La sabiduría es más certera
cuando viene acompañada de dudas
y no depende de los años que hayas
acumulado en tu sien, sino del conciso
hecho de saber situarte en las calles
de la realidad sin caer en los espejismos
de los prestidigitadores oportunistas
y sin dejar de lado el vuelo utópico
de la imaginación que crea y destruye
en las pinceladas místicas del pensamiento.
Habrá que mantenerse firme en la fantasía
que liberamos con la melodía de un verso
o con el despliegue incesante del querer
que entregamos al prójimo como si el mismo
corazón bombeara para ambos,
como si del beso conjurado dependiera
el amanecer de un beso perfecto,
como si de la flor de los cuerpos desnudos
en la penumbra surgiera el fruto que saciara
a la tristeza encarnizada que se expande
como lluvia crónica por las mejillas del mundo,
habra que mantenerse grandilocuente
frente a los calendarios que van perdiendo el sabor
y más despiertos que nunca si la sangre nos pide vivir.
No, la vida no tiene tiempo
aunque la muerte mueva las agujas,
da igual que la cera de la vela se acabe
o que alguien extinga la llama de un soplido,
da igual que guardes tu artillería material
y espiritual para días de tormenta
o que consumas la última gota de valor
en la contienda más absurda,
da igual que preserves tu salud como el cristal
o que la uses de señuelo para llamar al placer.
No, la muerte no tiene tiempo
aunque la vida mueva las agujas.

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