jueves, 5 de enero de 2012

# LOS SUEÑOS DESPIERTOS II #















# LOS SUEÑOS DESPIERTOS II #

No pude disfrazarme de cordura
cuando los lóbregos virajes del reloj
marcaron cómo y dónde el final;
cuando el sol se asomó inalterable
sobre las cenizas borrachas
de la noche envenenada.
No pude, lo juro, volver
a la simiente del cielo
ni enamorarme otra vez
de la parsimonia y el cantar,
de la arboleda brillante,
del día amaneciendo sin misterio.
Me quedé enredado en el andamiaje
de lo diario, lo trivial,
como hipnotizado frente a las calles abarrotadas,
los escaparates relucientes
y el gentío desayunando su mañana.
De los espacios de la fantasía nocturna,
sólo quedó el recuerdo del delirio 
en un vestigio del placer siniestro
que no se acalla porque es un eco duradero.
Eso es todo, pequeñas quimeras en alucinaciones
que escriben heridas que sirven de tinta 
o salida o máscara, y te darán mil nombres,
te pronunciaran como monstruo,
serás desequilibrio y tormenta,
espejismo y oasis,
una pieza del rompecabezas 
extraviada de la realidad
e inyectada de locura,
pero con un triste boleto de regreso
que devuelve todo a su sitio,
como el viento al polvo,
como el barco al ancla,
como el olvido a la vida,
como la vida al olvido.

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