sábado, 21 de enero de 2012

# GENTE QUE ENVEJECE III #


















# GENTE QUE ENVEJECE III #

Herrumbre en los recodos
que dejo a la vista,
letargo en la distancia
de la cama hasta la vida,
ausencias de mis pares
que ya se precipitaron 
a su último suspiro;
dejame toser los años
que se me atragantan
y que a estas alturas,
ya no puedo recontar.
Siempre me vi lejos de este día,
no, no es mi certificado de defunción
que anuncio cuajado,
sino lo más cercano
a la rendición ante el tiempo,
ya no puedo configurarme en el presente
ni decodificar los mensajes
de este siglo atolondrado,
ya no soy urgente,
lo se, pero me urge
decirlo para comprenderlo.
Pero no, no me gana
la salud ni la soledad,
sino la pereza,
el cansancio que me da
verme enredado
en las partículas de polvo
que revela el sol
cuando atraviesa la ventana,
soy un alma volátil en 
esa danza de silencio y vacío
que no arriba en ningún lado,
otra resaca del amanecer
que no halla empatía
con el exterior,
otro ser que no tiene relevancia
porque no mira hacia adelante,
por eso,
por el crujir del alma y los huesos,
por las injurias que no valen,
por los caminos que se ensombrecieron,
por sentir que todo pasó demasiado rápido
y casi en forma inadvertida,
por eso y por lo que callo,
te digo, hijo,
este reloj es tuyo, ya no lo necesito,
no quiero agujas revoloteando en mi cabeza,
ya me voy,
no a la muerte, ya te dije,
sino a un lugar donde nadie sepa de mi,
donde nadie me conozca
y al fin, pueda entender quien soy
sin que el mundo o el espejo me lo diga.

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