domingo, 11 de diciembre de 2011

# REFLEJO II #



















# REFLEJO II #

Podría bregar y ser irreductible
frente a la vestica que agolpa los lastres
que ahogan los aires de mi fuerza,
pero la vida me dio un espasmo
con un boceto de mi espejo roto
que me dijo todos mis reflejos
y me quedé sin reacción,
como detenido en el caer
de la lluvia copiosa,
como estupefacto frente
a la solana inclemente.
Ahora me enjuicio a mi mismo,
me echo las cuentas,
me entierro entre los dolores
y hundo la cabeza como un moribundo
que agita la bandera blanca.
Me llegó el anochecer a traición,
me emboscó entre las penumbras
y fue fácil anidarme en sus fauces,
las promesas de la oscuridad y el vacío
siempre son mas confiables que
toda la claridad centinela
que acecha los secretos.
Pero parece que incluso el crepúsculo
prueba el filo de su guadaña
sobre mis certezas finas e inconsolables,
mide mis temores en forma meticulosa
para buscar la herida más indefensa.
Hoy no puedo decir que no,
no puedo saltar los precipicios,
no puedo presentir otro presente
no puedo llenar de carne y sangre
mi cadáver andante
ni aunque me des la mano,
ni aunque ates los cabos,
ni aunque llenes de fuego mi alma;
algo se dio por perdido
y el ocaso se precipitó
como una ráfaga de penuria
que no dejó despertar al amanecer.
Que tontería rendirse así, sin más,
pero creo que es más tonto
siquiera pensar en ello,
siquiera aceptar y mirar
las verdades que acometen
los caminos que nos quiebran
y que, sin embargo,
todavía sembramos.

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