miércoles, 14 de diciembre de 2011

# CUENTAS PENDIENTES #















# CUENTAS PENDIENTES #

El calendario finalmente se detuvo
y la piel se quedó en la tierra
como queriendo rememorar viejas huellas,
que, inscriptas en el camino,
llegaron más lejos que mis pies.
Quedaron flores en los huecos de humedad
que no querían rendirse en el otoño;
si de sueño en sueño sonrieron
¿cómo iban a querer despertar
a la muerte que inflinge el paso del tiempo?
Ciertas reglas del reloj deberían perder vigencia
frente a la disputa de la realidad y la utopía,
los escombros deberían ser cimientos
de alguna fantasía aunque ya nadie
la reconozca como consuelo,
otro idilio entre la vida y el mundo
debería conciliarse sobre estos huesos cuajados.
Algo más, algún pasaje, sensaciones que no llegaron,
amaneceres para la tormenta, extrañezas y pecados,
ansias de un poco más de alegría,
una pizca más de esperanza,
oportunidades irrevocables aunque falten merecimientos.
Pero el olor a cementerio recorre el ambiente,
y aunque no lo recuerdo, es inconfundible,
se identifica solo, se percibe en el aire.
Y así, después de todo, el telón se cierra,
aunque me quede deambulando entre el público
y mi halo se encienda entre la niebla,
aquí, bajo el pasto y asesiado por los gusanos,
las cuentas pendientes forjarán los motivos
del desvelo fantasma que no brindará descanso
y seguramente, lograr otra vez dormir
será lo mismo que volver a nacer
y empezar todo de nuevo;
así que, no se qué será mejor.

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