viernes, 19 de agosto de 2011

# ELEGÍA #


# ELEGÍA #

Mirame, pero sin reproches,
casi que ya está todo dicho.
Me llené de estigmas
y no pude digerir las espinas,
corrí los riesgos a costa
de los tontos, pero auténticos placeres.
Sentate, vení, no me entiendas,
ya no hace falta.
Siempre vagando dormido
y colgando a cuesta los insomnios
y las lluvias gélidas del alma.
Mis remedios residían en el veneno,
en el abanico de la destrucción,
contra el viento mi mejor refugio.
La habitación está muda, verás,
yo estoy en la cama callando,
al borde de la postrera cornisa,
tapame, quiero esconder mis huesos.
Infecté mi carne y mi frágil amor,
jugué con la química de mis sueños,
los hice maleables, los hice verdad,
los coroné como alicientes de la vida,
pero cada despertar era un vómito
que me estrangulaba la cordura,
pero así de necio soy
¿qué importa?
Apagá la luz, trancá la puerta,
confesame el futuro,
decime lo que perderé,
lo que no podré querer
y eso que siempre intenté,
siempre quise querer
de esa extraña forma que uno quiere
cuando no comprende al corazón.
Listo, tomá el lápiz, el papel,
llevate esta elegía, que es mi declaración,
a favor y en contra de lo que fui,
porque si, por supuesto
que no puedo estar cándido y valiente,
por supuesto que me estoy rindiendo,
las letras corridas se escurren
porque tiemblan de miedo.
Perdoname si no tengo un legado,
un testamento de virtudes,
una reseña de vida y obra,
al menos reservate estos versos para vos,
esta es mi mejor herencia,
y sabrás, tu compañía,
la única extremaunción que requiero.

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