martes, 3 de mayo de 2011

# YO DIGO SOLEDAD #



# YO DIGO SOLEDAD #

Hay días que nacen para matarnos,
el amanecer lúgubre nos clava
un frío espinal que congela
nuestra esencia o ganas de vida,
allí, en nosotros, construye
su residencia de dolor,
su luz negra de ocaso,
su fin interminable.
¿Será la rutina que despinta
nuestro caracter de hombre?
¿Será nuestra expectativa
de perspectiva que no existe?
¿Seremos nosotros, así, mudos,
mirándonos frente al espejo?
Yo creo que es la soledad
que se entromete aunque nos rodeemos
de toda la gente que nos devuelve
la sonrisa o nos destierra la tristeza,
siempre asoma su rostro de hiel
por donde no atendemos,
por los huecos que creímos
tapados por el olvido,
por la calidez que creció
en el amor que nos quedaba.
Si el día nació para desangrarnos,
la noche nos prepara el ataúd,
es cuando el sol se ve ahogado
por la oscuridad,
es cuando las estrellas son
las únicas velas que nos velan,
es cuando nuestro alrededor
se viste de sombras.
Bajo ese cielo nocturno,
la soledad se ensancha y engaña
a nuestra alma mente,
a nuestro corazón cornisa,
y arma la conflagración
sabiendo su victoria,
saboreando a cada momento
el gusto de nuestra pronta
rendición,
sin embargo,
no tiene prisa,
espera sagaz,
vigila atenta,
hasta a veces se aleja,
nos abandona,
nos da una tregua,
pero sólo por disfrutar
de la ironía
de que ella misma
nos deje
solos.

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