martes, 10 de mayo de 2011

# SOBRE ESTE PUNTO FINAL #



# SOBRE ESTE PUNTO FINAL #

Tan siquiera pudo enamorar a su sombra,
saboreaba sus olvidos en cada botella,
miraba ciego, sentía perdido
para luego llegar a lugares
donde nunca debía haber estado,
perdonó a quienes sembraron sus tristezas
y es que de tanto sentirse hundido
no le quedó aire para odiar,
se daba al mundo y nada le devolvía,
sabía, lo tenía bien claro,
conocía de que iba ese dolor
que llamán vida
y siempre veía venir
cada
resbalón.
Cuando se lastimaba,
tragaba su sangre,
no iba a desperdiciar tal manjar,
ese trago de si mismo,
ese licor de sus heridas
que servía para entender
tanto desenfrenado sin sentido
o tal vez sólo para ahogarse
de una vez por todas.
Los domingos amanecía sin cabeza
o sin cuerpo,
mas siempre envenenado,
filosofaba entre por qué
y hasta cuándo,
preguntaba sus respuestas
y así consentía sus dudas,
no tenía nada de valor para dar,
ni siquiera valor,
apenas un pedazo de papel
con el que se hablaba así mismo
con palabras y porquerías,
secretos y compañías,
pequeños pensamientos
en los que se sentía
un poco menos muerto
cada día, cada alarma,
cada resaca de sol.
Después, de un momento a otro,
como abrazando al invierno,
entendió todo
o se obligó a ello,
rompió el último espejo
y cada uno de sus retratos,
apedreó cada ventana,
vomitó sobre los charcos,
no quería buscarse nunca más
en sus reflejos,
sabía donde estaba,
donde estuvo todo este tiempo,
era sencillo,
en sus renglones de siempre
y sobre este
punto final.

No hay comentarios: