viernes, 25 de noviembre de 2011

# AL CANTO #


















# AL CANTO #

Quisiera que escupas tu canto
y que las paredes sangren
como la llaga que no cicatriza,
que si tu voz se remite al silencio
la tristeza se encarama sin miedo,
se llena de manos dispuestas a destruir
lo que alguna vez, las palabras
construyeron contra los gritos de mando,
contra los que imponen su norma,
contra los que habitan el dominio.
Ya sube tu melodía que incordia
por las almas de los sin luz,
también por las estructuras
que quieren evitarte,
amordazarte, morderte las venas,
sentenciarte al fuego de la hoguera.
Los oídos escuchan la danza de la rabia
y las mentes ondean como barriletes
sin brújula ni carretel
y vuelan, vuelan, vuelan.
Así, son halcones peregrinos
que se asoman rompiendo los muros,
bregan interminables y se desbocan
furibundos como los dientes del hambre,
llamando a la libertad por su nombre,
dejando los rostros del odio difusos,
haciendo mella en cada barrote que se clavó
como aguja en los pechos incontinentes.
Pasará la arenisca, la lluvia de piedras,
los tornados arrasaran, se llevarán hasta el sol,
las balaceras retumbarán sin cesar
sobre los craneos heridos,
el poderío del veneno infectará
el último vestigio de salud,
la coacción será tal que el dolor,
el dolor será macizo como el diamante,
como el acero ardiendo,
como la roca caliza,
como el mundo entero girando y girando.
pasará así, todo,
para dar lugar a la muerte,
que no requiere preámbulo ni presentación,
pero el canto, pase lo que pase,
quedará inscripto en el cielo
como un rayo partiendo al horizonte
que es eterno y que no olvida.

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