viernes, 3 de junio de 2011

# FANTASMAS DE LA CALLE II #


# FANTASMAS DE LA CALLE II #

Otro invierno duro para los alcohólicos de la calle
que depositan su plegaria a ras del cemento,
que cantan su canción que suena a tristeza bandida,
a soledad empedernida, a vida desubicada,
que prefieren que los odien y que los miren con desdén
antes de que los quieran ayudar con libros de autoayuda.
Plantan su mala siembra entre besos y botellas,
como sabiendo de su fruto envenenado,
como sabiendo su incomprensible ataúd despreocupado,
se levantan cada día y se atragantan con el trajín
de su rutina desdicha que los aplaca minuto a minuto,
tienen el hambre y tienen el miedo,
tienen las puertas abiertas y en espera,
tienen todas las ausencias agolpadas
en su rincón más oscuro y menos olvidado,
tienen el abrigo descocido, el calendario tachado,
la alegría como si fuera un cuento pequeño,
en fin, no tienen nada que valga porvenir.
Pero llega la noche, entre nieblas, y en sus ojos
destella una luz que mezcla mundo y angustia,
que agita las veredas y las vuelve hogar,
que llama a un amigo y lo hace escudo
o, hasta diría, motivo y esperanza,
la excusa es un trago o varios,
pero la verdad, la única realidad
de sus perpetuos pasadizos
en donde se encuentran,
es que nadie puede
estar sólo con sus fantasmas.

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