jueves, 18 de noviembre de 2010

# POSTALES PERPETUAS #



# POSTALES PERPETUAS #

Amanecí, abrí los ojos
y me propuse mirar al cielo,
además de las calles calvario,
de los rostros
mitad resignación,
mitad cansancio,
además de los cuerpos yermos,
que no son más que
masas deshabitadas
de la buena cordura,
además de mi cansancio
en el zumbido del despertador,
en las vísperas del desayuno,
en los primeros pasos que me
arrastran a las garras del yugo,
además de los mismos caminos que
se mueren conmigo, que a veces
me preguntan porqué y no se decir,
que no secan mis lágrimas,
que se reflejan en la cara
de la aurora y traslucen infierno,
que no saben
nunca,
nunca
torcerse,
además de mi escritorio lúgubre,
blanco, pero cada vez más gris,
maldito, pero cada vez más costumbre,
frío y cada vez más frío,
y además, por supuesto,
mis manos que ya ni propias son,
mis manos que crujen inviernos,
mis manos que destiñen la luz,
mis manos que buscan a tientas
pedacitos de infancia,
retazos de vida,
costuras de porvenir,
y nada,
nada,
ojalá mañana,
mañana si,
aún tenga fuerzas
para mirar otra vez
al cielo
y no desfallecer
en las postales
perpetuas
que recrean
mi ciudad

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