lunes, 28 de enero de 2013

# CONVERSACIONES II #




# CONVERSACIONES II #

Apoyo la botella vacía sobre el suelo
como retrato de la noche obtusa.
Cavilaciones, mi amigo, de eso estamos hechos,
ni de amor, ni de viento, ni de sueños,
ni de soledades, ni de tiempo, ni de fe;
de pensamientos que se estrellan unos contra otros,
mi amigo, nada más; que no te inventen determinaciones.
Tomo otra botella vestida de escarcha
(¿quién no quisiera que no fuese la última?)
y después despedazamos el silencio;
no el del instante en el que estamos,
sino el silencio de todo el universo,
el de cada rincón que no vemos
y que nos rodea con indiferencia.
Un recuerdo de algún tiempo mejor
nos envuelve de melancolía
¿cómo es que todo cambia y a su vez
las manos siguen tan hartas como ansiosas?
con herrumbre y con ganas de apretar,
con aspereza y con deseos inquietos.
Quizás todo es lo mismo aunque cada vez más difuso,
más incongruente, más insulso,
pero qué importa, habrá que entender
que la vida es un plan maldito
que nos dieron por regalo
y que no acepta devoluciones.
Acá estamos amigo, replanteando los laberintos
en los que estamos inmersos,
buscando señales que nos guíen,
hilvanando respuestas, cosiendo conclusiones,
todas nuestras hipótesis se deshacen en el aire,
algunas con más o menos sentido,
qué importa. Qué carajo importa.
Nos damos un brindis,
(como si fuera el postrero)
y bebemos un trago largo y profundo ,
luego sonreímos porque es lo que nos queda
y en ese efímero par de segundos
los teléfonos no sonaron,
ninguna boca nos nombró,
no fuimos nada para nadie,
no existimos en ningún otro sitio,
el mundo que nos azotó la mente
se fue, de pronto, bien lejos
y sólo permanecieron nuestras sonrisas
intactas y brillantes con la incandescencia
de todo el mismísimo cielo abierto y estrellado.

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