jueves, 27 de octubre de 2011

# EL MISMO RETRATO #















# EL MISMO RETRATO #

Me levanto y siento el hedor de la desolación
bostezando junto conmigo y después silencio,
salgo a la calle y a cada paso una grieta,
una baldosa que se niega a seguir resistiendo.
La gente avanza, sigue, casi que cree
¿en qué? mejor ni enterarse.
Yo creo que en realidad no quiere dejarse morir,
no quiere darse por muerta
y sin oficio, sobrevive, porque eso es vida.
Tan heterogéneos como mundanos
y basicamente uniformes,
todos cabemos en el mismo retrato
y sonreímos efusivos y simples,
pero todos, al fin y al cabo, nadamos en la misma herida.
Podremos ser distintos, podremos cumplir un pedazo de sueño,
podremos, sino, inventarlo y hacerlo maravilla,
pero será mejor que nadie hile fino,
será mejor que la vista se ensanche y no se percate de nada,
será mejor que aferremos nuestros amores cercanos
y olvidemos. Así es, hay que olvidar entornos que decimos ajenos,
que el mundo es mucho más que eso.
Ese es el pan, lamento informales que todo así cabalga,
que la ruta y el mapa están fijados,
la costumbre toma carrera con nuestro automatismo,
resta quedarse a mitad de camino
o cortar la cinta de la meta.
A veces, depende del esfuerzo que ejerzas contra el viento,
otras, de cuantas veces te rindas bajando la mirada,
tragando barro o besando máscaras malditas.
Eso es todo lo que he visto.
Entro al hogar, me siento, aplasto mi cabeza
entre mis manos, desboco los nervios
y hago memoria, hago memoria,
no quiero olvidar.

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