martes, 12 de abril de 2011

# LA LLAMA DE LA VELA #



# LA LLAMA DE LA VELA #

Tal vez deberíamos olvidarnos
de nuestros rostros
y recorrer los pasajes
favoritos del azar,
esos que sin duda,
nunca se cruzan dos veces,
la llama de la vela dura hasta
que la cera se rinda
o hasta que el viento
sople con el anhelo
de la oscuridad,
no hay más opciones
si hay quietud.
Podríamos perdernos
y callarnos la nostalgia,
algo así como separar
el futuro de tanta ausencia,
prescindir de las querencias
que nos constituyen,
sacarle importancia a tanto
y a tan poco,
a todo y a nada,
a ese hilo que nos acerca
y que tensamos, enredamos
o rompemos en vano.
la sencillez no aparca
sus simplezas aquí,
en el pecho,
no podrá nunca reducir
esta incertidumbre
que mancha el papel
con tinta y corazón,
nadie entendería
el desentendimiento
de uno mismo,
pregunten o pregúntense,
y no mires hacia mi,
algunos charcos no dan reflejo,
no pongas tu escalón sobre el mío,
que después sólo
hay precipicio,
no se, no se
qué decir
cuando debo decir algo.
Y ahora entró el viento,
llegó la oscuridad.

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