viernes, 7 de enero de 2011

# SIMPLEMENTE #


# SIMPLEMENTE #

Se dilata la espera,
la espera de algo
que no lleva a ninguna parte,
es estar muerto en la vereda
bebiendo el vacío de la botella,
mirando todo,
mirando a todos,
a todos tan lejanos,
tan absortos en su esfera
emparchada con quién sabe que
disfraz de luz o de neblina,
y uno mismo:
ajeno,
arrojado al suelo
de los días,
al polvo del asfalto
que infecta la vida,
construyendo pasadizos
de escape que no tienen
principio ni fin,
es sólo querer sentirse
hecho cenizas de cielo,
residuos de infierno,
pero verse íntegro,
tan normal,
inerte y a la vez vivaz,
es querer
o
simplemente
serlo
y no percatarse
del abismo,
¿dónde estamos dejándonos secar?
¿quién es el cadáver?
¿el que sintoniza las noticias de cartón
o el que piensa, descubre y muere?
¿Nos esfumamos de la constante
persecusión de la máquina
que nos codifica la coyuntura
del existir?
¿Y el que borra la estructura,
al fin y al cabo, es diferente?
¿Qué plan viene luego?
Yo
no
entiendo
ni mis renglones,
se desbaratan en soledad,
me guian y no dicen nada,
la calle sigue siendo
mi ataud con puertas abiertas,
la botella sigue sorbiendo
mi desesperación,
y callo,
y caigo,
y da igual,
y cuestiono todo esto,
después,
después,
me encierro entre los paréntesis
que acopian el sentido,
lo amontonan tras la cortina
del relato,
y dicen,
dicen,
¿qué dicen?
simplemente
no dicen nada

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