miércoles, 21 de enero de 2015

# GENTE NADIE VII #




# GENTE NADIE VII #

Los cauces se pavimentan
porque el tiempo así lo dictamina,
por otro camino nos iremos para siempre.
Cruzo los parajes de la oscuridad
y sigo la luz del viento
escuchando la canción de algún
cantor destartalado,
miro hacia el cielo y recuerdo
que todavía está allí,
en su cuadro eterno, que en mi,
no tiene dioses ni paraísos;
pensalo bien, ¿para qué habría de haberlos?
En un mundo donde la muerte se llama lunes
y la cárcel se llama trabajo nada es posible
sin deshabitarnos, sin desteñirnos
sueño por sueño, sin clavarnos adrede
las puntadas profundas del cansancio.
Pero qué va, nuestros pies no se paran
por el simple hecho de que sería
demasiado sencillo.
Lo difícil es mantener el fuego, no apagarlo.
Aunque si, a veces es mejor incinerarse,
arder desde los cimientos hasta
la punta del alma. Sea como fuere,
la validez depende de tu empeño,
de tu voz desde vos
sin asideros espirituales
o membresías de cortesía,
sin un mentor que te susurre al oído
o un monitor que te ordene a ultranza,
pensalo bien, ¿para qué habría de haberlos?

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