martes, 26 de febrero de 2013

# POR HOY #




# POR HOY #

Clavado al asfalto y entreverado
en el ruido de todo el mundo
veo las vidas volviendo a su molde,
veo los silencios forzados esperando
a que el tiempo los vuelva inútiles,
veo espejos que me miran y sonríen
como si supieran algo de mi,
veo los rostros que dibujaban con luz
los buenos tiempos, ya encapotados.
Todo sucumbe, la rompiente ya no desvía
a las olas, al sol poco le importa arder,
la noche ya no pretende ser refugio
y yo se que, ahora mismo,
lo que escribo no dice nada.
Son líneas sin misericordia,
sin llave, sin doble filo,
son como un sueño, de esos que
al despertar se olvidan
y no dejan mella ni sobresalto,
ni utopía, ni desvelo,
ni siquiera ganas de recordar.
La alegría, sin embargo,
aun tiene las mismas contraseñas,
los mismos modos, igual coherencia,
igual prioridad. Por cada día aciago,
una semilla se proyecta a germinar,
habrá que anclarse a un fin sin fin,
a un puñal que sea un regocijo,
a una metáfora de la oscuridad sin rodeos
o empezar a creer aunque ya no crea en nada,
a nacer como si no sucediera la muerte
y a decir con la boca lo que dicen las palabras
que merodean los escondrijos de la mente
con la libertad misma que la verdad se merece.
Eso solamente, hasta acá escribo sin actuar.
Por hoy me despido, y esta vez, sin alimentar con abrazos
al precipicio, que de cuando en cuando,
solicita saciarse con mi desesperanza.

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