viernes, 1 de julio de 2011

# LA CIUDAD DE LA MUERTE #


# LA CIUDAD DE LA MUERTE #

Sangra la pared si la tinta
de su voz se borra,
la humedad en su podredumbre
y el agua que se suicida
por la alcantarilla son los
únicos testigos.
Acá, en la ciudad de la muerte,
la muerte pasa desapercibida
o es bien recibida como un
comensal más en la mesa
de lo cotidiano,
así es,
la muerte es un tren retrasado,
un choque de ciegos,
un pájaro que ya no vuela,
un corazón que levantó bandera blanca,
un disparo en un laberinto,
una excusa para enseñar a temer
y toma nota,
los nombres van en letra chica,
como un minúsculo sueño
que se lleva el amanecer,
las palabras, sean o no plegarias,
se pierden en bollos de papel,
queda la voz que quiso ser grito,
va y quiere vivir,
dobla las esquinas,
gana carreras al viento,
aturde al silencio del sonido
y sólo por buscar su eco
para que le de una triste respuesta,
una que al menos sirva de algo,
pero cuando todo es muerte
nadie devuelve una mirada,
nadie susurra un verso,
nadie presiente otra sentencia
que la de empezar a morir,
así, la parca invisible se traga
apellidos, huellas y resistencias,
así vomita obituarios,
así llama al fuego para la carne,
así celebra epitafios solemnes,
así, sin más, disfruta su insomnio
matando, matando y matando,
sin embargo, la pared,
ya desangrada y sin grafitti,
todavía espera a alguien
que la escriba,
para así,
pintar un poco de vida,
acá, en la ciudad de la muerte,
que no descansa porque
no tiene sueños, ni deja soñar.

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