lunes, 15 de octubre de 2012

# LA DESOLACIÓN #




# LA DESOLACIÓN #

La desolación, esa desolación que tiene
más nombres que el abismo, llega sin prudencia
llevándose por delante la parafernalia
de certezas con las que uno inventó su hogar,
su habitáculo, su escondrijo,
su vida en otra vida.
¿por qué surgió?¿qué palabras o actos
la hicieron despertar furiosa?
¿Acaso importa?
No.
Porque no tiene vuelta atrás.
Nadie puede augurar los pasos en falso,
las cosas reales o irreales tienen su propia
historia y significado en la cabeza de cada uno,
allí, en esa jurisdicción, se debate
el amor y la cordura, el odio y la locura,
ya se sabe que todo se resume en esos términos,
pero claro está, después, cerca y lejos,
está la muerte relamiéndose, contando
latidos y humos, excesos y torpezas,
y más que nada jugando con su guadaña
en los reinos del azar.
Mas la desolación es una alegoria de ella
porque llega como anticipo conminatorio,
como sonrisa macabra, como estocada fantasma
antes de que el cadaver sea en el cajón
o en las llamas fulgurantes.
Es el prólogo de eso que llamamos
final y que, como si fuéramos
indiscretamente ciegos, ignoramos.

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